La abundante oferta de eventos deportivos hace que se terminen solapando en fechas, así que elegí quedarme en terreno conocido y pedalear con mi «Passion Red».
Las características de la marcha me gustaron porque entre ellas especificaba que era no competitiva. Es el segundo año que la realizo. En cuanto a la calidad de la organización prefiero no comentar mucho, muchos aspectos a mejorar… sólo un apunte que no puedo dejar pasar, sí, quizá el orgullo como mujer me hace no poder callar, y es que desde la organización, cuando ya estábamos en el local donde comeríamos, un personaje me pregunta: «¿te ha ido bien?», y yo: «sí», personaje: «¿¿y no te has caído??», a lo que yo contesto: «nnoooo, ¿acaso lo esperabas?» (miradas, sonrisitas, silencio extraño…), aunque finalmente todo queda en dato anecdótico (era la única mujer que se había apuntado a ese circuito, el «cañero», de entre los cuatro que ofertaban… les falta acostumbrarse a vernos, supongo).
Este señor quizá lo que no sabe es que son los terrenos por los que suelo moverme, y caerse se puede caer cualquiera en cualquier momento, afortunadamente, no fue mi caso.
Pero a lo que iba. Jornada espectacular como siempre por la compañía. Estas reuniones deportivas suelen traer en la mayoría de ocasiones aspectos positivos. En este caso me sirvió para conocer personas con las que comparto la pertenencia a un mismo club deportivo y con las cuales aún no había coincidido. Charla agradable, temáticas comunes, ilusiones, pasiones, un poco de fideuá para aderezar y una sensación agradable por haber elegido ese día para pedalear por la sierra que ya conozco, y ¡no haberme caído!
Por cierto, ¿alguien ha descubierto el porqué del título de este escrito? 😉
Gracias por la jornada.
Seguimos pedaleando.
¡Seguimos disfrutando!