Pedaleando en compañía.

Y un día van y vienen… y sucede la «kedada» de la que habíamos hablado en varias ocasiones.IMG_20160703_102919

Ellos ya conocen el lugar, así que el reto está en enseñarles parajes y sendas nuevas, desconocidas y a ser posible, atrayentes.

Hay muchos lugares bonitos para ver, divertidos para ciclar y mágicos para deleitarse… entonces, ¿qué elegir?. En una sola mañana no se puede ver todo, así que me dejo llevar por la propuesta que ellos me mandan, recorrer la sierra de forma circular, pasando desde el mar al interior de la misma, visitando los sitios más emblemáticos… vamos, que me asustan, pues son 75 km, con subidas, algunas, para tomárselas con mucha, mucha calma.

Y emprendemos la marcha. Son las ocho de la mañana y el calor promete hacer justicia.

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Después de subir a Coll d’Emberri, hacemos el primer sendero, una bajada técnica con algún que otro escalón y mucha piedra suelta que nos conduce directos al mar. Paolo llevaba tiempo queriéndolo hacer en bici, así que, un pequeño deseo lo hemos cumplido.

 

Nos espera tras unos 15 km por la orilla del mar, la subida a Santa Lucía. Con una pendiente en algunos casos del 21% por asfalto… llegamos a la ermita.

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La subida lo merece, las vistas desde allí son algo más que impresionantes, el Bartolo, el Peñagolosa, los humedales de Torreblanca y Oropesa, el mar… sitio mágico donde nos deleitamos y aprovechamos para reponer fuerzas y ¡seguir subiendo!.

Ya de nuevo por camino de tierra, dejamos a la izquierda Torre Ebrí, 13528519_501371170054920_2896504912471270250_o.jpgy un poco más allá, ahí está, el Barranco de la Carrera… empieza la diversión, si antes no habían subido las pulsaciones lo suficiente, ¡lo hacen ahora!. ¿Dije que el primer sendero era técnico?, bueno, pues este más. Vamos bajando por una zona de pinar que se agradece, zigzagueando en algunos casos con curvas cerradas, hay piedra suelta, pero es mínima, la tierra apelmazada y ligeramente húmeda también se deja ver en pequeños tramos… si no disfrutas, es porque la rigidez que da el miedo ¡no te deja!. Terminamos el sendero sin ningún percance.

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Volvemos por la vaguada entre dos lomas, Castillo de Alcalá, Castillo de Santa Magdalena y vuelta al punto de partida.

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Y por si no fuéramos cansados, les llevo por la marjal para acabar pedaleando en llano por sitios bonitos del pueblo.

Después de la ruta en buena compañía, buena comida y una buena horchata ¿qué más se puede pedir?

¿Sensación?: ganas de más.

¡Ah! Y no faltó «la pájara» y el pinchazo.

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«Nos conocimos hace unos cuatro años, y nos hemos visto tan sólo cuatro o cinco veces, pero parece como si nos conociéramos de toda la vida». Gracias Miguel, por la visita y por traerte contigo a Paolo y José. Ahora me toca ir a mí 😉

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Seguimos pedaleando.

Seguimos disfrutando.

 

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