Del 24 al 30 de abril se celebra una de las carreras más duras de ciclismo de montaña, la Titan Desert, que en 2016 cumple su undécima edición. Muchas son las personas que han participado desde sus comienzos, ciclistas profesionales, «aficionados», actores con pasión ciclista, etc.
Y como de historias está el mundo lleno, este año nos acercaremos de la mano de Titan Pro Africa a vivir esa aventura de pedalear por el desierto con una sola misión: recaudar fondos para el proyecto que viene llevando a cabo la organización HolysticProAfrica en Etiopía… y así descubrir más sobre su historia unida a nuestra pasión, la bicicleta.
A pocos días del comienzo les deseamos, ¡fuerza para la aventura!
Aprovecho este día que dicen que es el día mundial de la bicicleta, para hablaros de Madrid. ¿Y qué tiene que ver esta ciudad con las bicis? Pues más bien poco… y es que por Madrid se ven pocas bicicletas, más aún si la comparamos con otras ciudades europeas.
Una de las que anduvieron por allí hace ya unas décadas, fue la de mi hermana, que yo usé, una bicicleta comprada de quíntuple mano, de carretera, que no le funcionaba ni el cambio y que finalmente fue robada (a alguien aún le podía interesar) de ese mismo sitio que se ve en la foto, ahora, casualmente, ocupado por otra bicicleta.
Acabo de volver de un viaje a Madrid. Apenas he tenido tiempo de pararme a hacer fotos de bicis, pero es que tampoco había mucho donde elegir. Actualmente existe un sistema de alquiler de bicicletas eléctricas que «apunta maneras»… y sí, de vez en cuando ves alguna en funcionamiento, pero aún queda mucho para decir «en esta ciudad se usa mucho la bici». Y es que aún no está preparada para ello. Vayas por donde vayas, el automóvil es el rey. Coches llenan todas las calles, da igual el barrio que pises, da igual si estás en pleno centro, da igual si te mueves hacia el norte o hacia el sur, transites por Serrano, deambules por Chamberí, o esperes paciente un autobús en la Plaza de Jacinto Benavente… coches, taxis, autobuses, y entre medias incluso alguna moto… y de vez en cuando, una bici.
Pero Madrid tiene mucho que contar. ¿O soy yo la que podría contar mucho de Madrid?.
Madrid es mucho más que un Santiago Bernabeu, un Vicente Calderón, sus respectivas fuentes, su Puerta del Sol o el km cero. Allí se respira un ambiente particular, con una mezcla de olor a campo y bocadillo de calamares, con olor a vino dulce frente al Palacio Real, o comiendo churros con chocolate en cualquier madrugada porque siempre hay un sitio abierto para poder hacerlo. Y si miras al cielo mientras caminas desde la Plaza de España hasta la Puerta de Alcalá, te sorprenderás de la cantidad de estatuas que hay en lo alto de sus edificios… sin dejar de entrar al Retiro, y sigilosamente, aparecer frente a un ángel expresando el momento de su caída.
No dejéis de pisar tierra, mientras miráis al cielo, pues las historias del pasado, del presente y de ese Madrid cosmopolita de terrazas que miran al horizonte, pueden sorprenderte…
Y si por casualidad vais por allí, no dejéis de visitar la Casa de Campo, allí sí hay bicicletas, en el gran pulmón de la ciudad, por cada uno de sus rincones… por cada una de sus historias…
Unas historias llevan a otras, y como sin querer, me veo viajando a una ciudad que ni me había planteado visitar.
Comenzamos viaje.
Nos levantamos muy temprano para dirigirnos al aeropuerto desde el que nos llevarán a Berlín, y de allí hasta su mismo centro, el distrito Mitte.
No sé de qué Berlín hablar, si del turístico, del habitado, del que está en obras, del que se construye o el que se reconstruye…
Con un territorio el doble que el de Madrid y con la mitad de habitantes, unos tres millones, Berlín me termina, o más bien, me sorprende desde el principio.
Yo tenía… yo era muy joven cuando lo de «la caída del muro» y «el fin de la guerra fría»… ver en directo, en sus propias calles, toda la historia vivida en esta ciudad, me impacta.
Pero bueno, a lo que iba, como unas historias llevan a otras… aquí hay bicicletas por todas partes, el carril bici recorre prácticamente toda la ciudad, y si no hay, se lo inventan, porque cuando caminas por las aceras, siempre has de dejar el espacio para ellas, en cualquier momento te vienen con el timbre avisando para que te apartes, y ¡ojo!, ¡porque van rápido y apenas frenan!
Lo cierto es que la circulación de coches por el centro de la ciudad es escasa (hay que pagar un impuesto concreto por circular por esa calles) y los coches les tienen un gran respeto a los ciclistas.
Bicis de todos los tamaños, colores, aspectos, con carritos, con bolsas, individuales, taxis, y hasta ¡circulares de varios pasajeros!
Bici «circular comunitaria», uno conduce, todos pedalean.
Coincidimos con la media maratón… ¡Y qué «máquinas»!
De alquiler…
y una cosa que me llamó también la atención son las bicis abandonadas, en cualquier calle te podías encontrar una atada con candado y abandonada… ¿!?
En el parque con sus bicis.Frente a fachada, tal cual…
La red de bicicletas de alquiler es bastante extensa. Nos cruzamos igualmente con grupos guiados que se desplazaban en dos ruedas.
¿Y cómo definiría esta ciudad?, como si de una ciudad «no ciudad» se tratara. Con un duro pasado muy reciente y un presente que no puedo definir tras pocos días allí… Una sensación de pasear por una ciudad que se hace, no se sabe muy bien cómo, en presente, pasado y futuro, conviviendo… y conviviendo en perfecta armonía con la bicicleta.
Esta vez he tenido la suerte de ser yo la que viaja. 😉