Y por fin la nieve

Nieve y nieve por todas partes, esta es la estampa que nos dejan nuestros amigos de morellasingletracks

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Aquí ayer sólo llovió, día perfecto para ir al taller a por la bici… cambio arreglado y un poco de puesta a punto…

¿Que dónde se quedó la BH Top Line roja? Lo cierto es que personalmente he viajado bien poco, sin embargo me he rodeado de gente muy, pero que muy viajera… y así fue cómo le dí mi bici a unos amigos que se fueron a recorrer toda Latinoamérica (yo ya tenía otra nueva, claro) y después de pedalear por el continente entero, llegaron a Ushuaia, la Tierra del Fuego, y allí en «el fin del mundo», vendió la bici y volvió a España. Así que probablemente, quién sabe, alguien por alguna parte siga pedaleando con ella.

Con aquella bici aprendí el placer de pedalear por la montaña, en un entorno tan privilegiado como es el Maestrazgo y el Bajo Aragón, donde las rutas de caminos y senderos parecen interminables… y poco a poco sin saber ni cómo, nos juntamos unos pocos en una creciente fiebre por la BTT… y empezaron las carreras por todas partes, las marchas, los campeonatos…

Recuerdo una de las primeras carreras a la que nos apuntamos en uno de los pueblos de la zona, no habían puesto categoría femenina, O.o , sólo podías apuntarte si ibas en pareja, no me preguntéis las razones… así que nos cabreamos y mucho, sobre todo la compañera incansable de rutas que siempre iba conmigo en aquella época… Imaginaos el enfado, que al año siguiente vinieron expresamente a casa con un cartel de la nueva edición de la marcha para decirnos que ¡ya habían puesto categoría femenina!.

Pues sí, esto es real, así comenzó nuestro deporte de BTT en algunas zonas ahora consagradas al ciclismo de montaña.

Seguimos avanzando.

Seguimos disfrutando.

 

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Con ganas y sin marchas

Hoy me quedé sin cambio, no de monedas, no, sin cambio de marchas de la bici… esos cablecillos que sujetan, que dan la fuerza necesaria para que se mueva todo el sistema de palancas y engranajes… cedieron. Ahora sí que no hay excusa, he de ir al taller.

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Y esto quizá me recuerda, que tengo que olvidar, sí, olvidar que aunque las cosas cambian, es todo lento… Recuerdo cuando fui a comprarme mi primera bici de montaña (BTT), principios de los 90´. Yo tenía bastante claro lo que quería, pero el dueño de la tienda se empeñaba en mirar a mi compañero y ofrecernos, con todo tipo de elogios y maravillas, una bici claramente inferior… Y miraba a mi compañero y le decía, así, como si yo no estuviera, «yo creo que igual esta es suficiente»… Y yo reiteraba mi deseo, mostrando la imagen de la que quería.

¡Qué fiel reflejo de toda una cultura en ese pequeño gesto! Qué tiempos aquellos, aquellos de la «España profunda» (tampoco hace tanto).
Sí, las cosas cambian, afortunadamente, hoy en día sólo tengo que pelearme para que dejen la amortiguación y suspensión para mi peso… y cuesta, no creáis, cuesta hacerles ver que peso 15 kilos menos que lo que viene estipulado de fábrica como mínimo para regularlas…

Sólo quería una BH Top Line 747, roja… imaginad lo que quería venderme el hombre.

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Otro día contaré quien está subida en la bici, ¡ah! ¡y dónde terminó la BH! 😉

 

Comenzaremos por algún principio

IMG_20150508_075120-1-1Siempre me gustó eso de ir en bici. La primera que tuve debió ser alrededor de los seis años. Era de aquellas con ruedas pequeñas a los lados, que pronto le quité. Vivía en Madrid, en un piso que tenía una terraza de unos cuatro metros de larga. Allí, de una pared a otra, intentaba pedalear, una y otra vez, a un lado, al otro, y de nuevo sin parar, «kilómetros y kilómetros» se hacían en especie de ir y venir sin fin… así que recuerdo un día en el que salí a un jardín que teníamos cerca, era la época en que a los «Nuevos Ministerios» iban las familias con sus hijos a jugar, y allí, con metros y metros por delante, me puse a pedalear, y sin muro que me frenase, seguí pedaleando más y más sin parar, ¡había aprendido a ir en bici en una terraza de cuatro metros lineales!.
La bici aquella era pequeña, con aquel asiento alargado con respaldo, y piñón fijo… cuidadín con los piñones fijos, ¡no se os ocurra coger velocidad y levantar los pies!, creo que ese fue mi primer gran golpe, pero eso lo contaré otro día…
Con esta bici fui aprendiendo lo que posteriormente se traduciría en una agradable sensación de libertad. Primero con sus cuatro ruedas, después quitando la derecha y por último la izquierda… Yo creo que desde entonces no he corregido la postura en las bajadas, mis giros son siempre mejores hacia el lado izquierdo (donde la rueda pequeña todavía me aseguraba la posible caída), y en zonas técnicas tiendo a controlar la bici con el cuerpo hacia la derecha, el pie que siempre suelo apoyar primero en tierra y la bici con tendencia a inclinarse hacia la izquierda como si la fuera a sujetar la ruedecilla…
Sigo practicando.
Sigo disfrutando.