Y un día, mientras realizas tu vuelta en bici como de costumbre, en esa época en la que estás sin trabajo y en búsqueda activa de empleo, pero hay tiempo, mucho tiempo para poder rodar caminos y airearse, y pensar, y dejar de hacerlo mientras se suda, ese día en el que tras estar sumida y subida en tus pensamientos y sobre la bicicleta, cuando vas ya de vuelta de tu ruta y de casi todo, ese día, te cruzas de repente con otra persona en un camino estrecho, y entonces con alegría te saluda y piensas: «¡mira! otra mujer en bici de montaña…». Pero no te da tiempo a reaccionar, pero te quedas con la propaganda del culot, y entonces cuando reaccionas, vas y preguntas y buscas y entonces… encuentras.
Más o menos así conocí a esta gran persona, como su saludo, alegre, positiva, familiar, desprendida… Y así encontré.
Y hoy volvemos a pasear, mientras sudamos y hablamos y pensamos y reímos…
¡Gracias Ana por los paseos y por las cenas con tu familia!
Seguimos disfrutando 😉